Christine Nöstlinger
Yago, el hijo de la vecina, estaba en casa enfermo. Oyó un tremendo alboroto y supo que era el cartero, que le quería dar una carta urgente al señor Zwoch.Como este no estaba, Yago la cogió y se la entregó cuando llegó. Se le informaba de que se había muerto su abuela y había heredado una casa enorme. Fueron a verla, pero el jardín no le pertenecía; era propiedad del sobrino de la difunta. Esta tenía mucho dinero y lo había escondido. Un día, descubrieron que en la casa había unos libros; algunos tenían algunas de las letras de sus títulos marcadas. ¿Sería esa una prueba de dónde escondía el dinero? ¿Podrán comprarle al vecino el maravilloso jardín? ¿Se mudarán a la casa aunque esté un poco vieja?
Ningún comentario:
Publicar un comentario