El baile

Irène Némirovsky

Decía el autor barroco Gracián "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Se puede aplicar,a la perfección, esta sentencia a la novela "El baile" de Irène Némirovsky. Apreciamos una aguda crítica de la sociedad del momento a través de los ojos de una niña que observa, analiza, aprecia las múltiples contradicciones y ansias de aparentar de su familia y, al final, actúa. ¿Qué hace? Su madre lo ignora pero el reconocimiento social que ella esperaba ,con el baile organizado en su casa, nunca se hará realidad.

La lámpara de Aladino

Luis Sepúlveda

Un libro de relatos cortos es siempre muy agradecido de leer, ya que puedes aprovechar cualquier pausa en la vida diaria para volar al mundo de la literatura. Si además está bien escrito, con ese castellano pleno y sonoro que aún saben usar en los países sudamericanos, pues el tiempo se ensancha al permitirte trascender la vida de aquí y ahora y acceder a otras vidas desconocidas a través del vehículo de la palabra.

Y por último, si los relatos todos ellos hablan de la vida en mayúsculas: la que soñamos, la que tenemos, la que imaginamos, la que deseamos, la que nos toca vivir, la que conocemos a través de otros... entonces, sale una de esas raras joyitas que se quedan en nuestra memoria como algo bonito a lo que recurrir cuando la realidad se impone y nos domina.

Marcas de nacimiento

Nancy Huston

Vamos a ver, yo nunca leí nada de esta escritora, por lo que no sé si este libro es la obra de una diletante o si directamente tiene ganas de tomarnos el pelo. Por otro lado, todos los premios y demás no me dicen nada, porque la literatura también es un negocio. En resumen: a) no existe hilo argumental, porque esas "marcas de nacimiento" están tan diluidas que son meras referencias aisladas y prendidas con alfileres; b) hacer referencia a un hecho trágico de la historia alemana, para hilar esta novela, parece más bien consecuencia de una falta absoluta de ideas con las que construir un relato; c) elegir como personajes principales y narradores a cuatro niños de seis años en diferentes momentos temporales y poner en sus voces todo lo que ahí se lee es confundir de pleno el tocino con la velocidad. Los niños no hablan así. Quien así habla es un adulto resabiado y sin ideas válidas más allá de sus propias obsesiones, sean esas cualesquiera que sean.